Todos estamos hechos de nuestros recuerdos (ya lo decía Machado: mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla...)Nuestra vida la conforma lo que hemos pasado y eso nos enseña muchas a afrontar lo que nos toca vivir de una u otra manera. Generalmente esos recuerdos son buenos -los malos siempre se olvidan- y nos acompañan allí donde vamos.
En mi caso, hay un montón de sitios y fechas que me traen recuerdos excelentes. Por ejemplo, el otro día en Formigal me acordaba en todo momento de cuando aprendí a esquiar. Y era bastante chulo.
COn la Semana Santa me ocurre algo similar. Desde que soy pequeño, la he pasado en Cuenca y la hemos vivido muy intensamente. De hecho, algunas veces que no hemos estado alli porque estábamos de viaje hemos llamado a mis padres o hermanos para que nos contasen cómo estaba siendo la procesión del viernes por la mañana. Incluso hemos tocado el ritmo de las turbas en algún telesilla.
Este año no estaré en Cuenca para ver salir la procesión de las Turbas, ni para oir el Misesere (Jesús este si que mola), pero os lo dejo aquí para que disfrutéis tanto como lo he hecho yo.
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