Este verano he leído un libro que todo el mundo recomienda: La soledad de los números primos. Es una historia de amor triste, muy triste, pero una de las mejores que he leído en mucho tiempo.
Me gusta porque las cosas no son siempre como uno quiere y hay que aprender a vivir con ello. Pero también es necesario luchar y revelarse contra las circunstancias, empujar todo lo que se pueda para demostrar que aunque el mundo se empeñe hay que ponerlo todo, hasta el último suspiro. Sólo así nos quedamos con la conciencia tranquila. Como Mattia, que lo intenta, y eso le otorga una dignidad enorme que lo hace más grande todavía.
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